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jueves, 10 de diciembre de 2020

Ana Carmen Macri

 Ana Carmen Macri


Hoy quiero hablar de Ana Carmen Macri, la fanática peronista, a quien Evita llamaba “la Peti” cariñosamente.

Hoy esta prócer del peronismo tiene 104 años. Ana Carmen Macri nació en Buenos Aires el 15 de julio de 1916.

Desde el año 1938 trabajaba en el Hospital Rivadavia de secretaria de Radiología.

Con la aparición de Juan Domingo Perón, se convirtió en una ferviente seguidora de sus ideas y de su sueño de un país más justo.

Cuando es intervenida la Sociedad de Beneficencia y Evita crea la Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón, el Dr. Méndez San Martín le sugiere a Evita que Ana Macri tiene las calidades necesarias para cumplir funciones de ayuda en el Hogar de Tránsito Nº 2, en Lafinur y Gutiérrez, actual sede del Museo Evita,  y allí va.

Fue Directora de ese Hogar modelo que recibía mujeres solas y con hijos mientras se les buscaba trabajo y vivienda permanente.

 “Yo era peronista de Perón. A ella no la conocía. La conocí porque el Hogar quedaba cerca de la residencia presidencial y ella estaba en plena función de organizar la Fundación, iba a hacer la inspección, porque quería que fuera de lo mejor”, recordó.

Ana integra la Conferencia Interamericana de Mujeres donde Evita le asigna la función de Pro-secretaria y asesora Argentina. En dicha Conferencia se trataron todos los temas referidos a la participación de la mujer en la política a nivel continental. De esta forma, Anita sufre un nuevo giro en su vida: deja la ayuda social y de la mano de Evita inicia su participación por el difícil sendero de la política.

Para 1949 Ana Macri es convocada por Evita para integrar la Asamblea General de Mujeres desarrollada en el Teatro Nacional Cervantes.




Evita Perón consideraba fundamental lograr una convocatoria de mujeres a nivel nacional para concretar definitivamente la incorporación de las mujeres a la vida política. De tal manera, Evita decide abocarse a estudiar la posibilidad de concretar un partido político femenino independiente que permitiera a la mujer una real participación; por lo cual funda el Partido Peronista Femenino (PPF) bajo su conducción.

De esta forma, el Partido Peronista se dividió en dos ramas, una masculina y otra femenina, ya que consideraban que desde el punto de vista político el hombre y la mujer cumplían roles diferentes dentro de la estructura del movimiento. El principio fundamental del PPF era la unidad en torno a la doctrina y la persona de Perón, así se sostiene la existencia de un solo líder, Perón; una sola doctrina, el peronismo, y una única dirección, Evita.

Para comenzar con la construcción del PPF, Eva Perón elige delegadas censistas, cuyo primer objetivo fue realizar un censo nacional de mujeres peronistas y abrir unidades básicas femeninas en todas las provincias y territorios nacionales, por la cual fueron 23 elegidas.

Anita Macri fue una de las mujeres seleccionadas por Eva, por lo que le encomienda la labor de organizar el PPF en las provincias de Tucumán, en primera instancia, donde en tres meses afilió cinco mil mujeres y posteriormente la provincia de Santa Fe, donde a lo largo y ancho de la región fundó 658 unidades básicas en dos años.

Cuando apenas llegué fui a la casa del gobernador a presentarme y a pedirle movilidad, y me dio un Jeep asqueroso y alto”, recordó. Con ese coche comenzó a afiliar a las mujeres peronistas santafesinas: “Al Jeep le hice poner un parlante y recorría la ciudad hablándole a las mujeres, diciéndoles que era la delegada de Eva Perón para organizar el Partido y afiliar a las mujeres, y que estaba empadronando para los votos”.

Destacando su labor, Eva Perón decide que Ana forme parte de las primeras mujeres que integrarán la nómina para legisladores que presente el Partido Peronista para las elecciones de 1951; por lo cual llega a ser Diputada Nacional por la Capital Federal en 1952.

Ana Carmen Macri, bajo la acusación de "peronista fanática" estuvo presa durante tres años en la cárcel de Olmos entre 1955 y 1958.

Se encontró el “prontuario” de esta mujer encarcelada por sus “ideas peligrosas” para la dictadura militar de aquel entonces.


Una vez liberada y aunque el Partido Peronista se encontraba proscripto por los militares, decide pasar a la clandestinidad y por orden de Perón formar parte del Comando Táctico del Movimiento Peronista.

Durante estos años mantuvo correspondencia con el General y trabajó arduamente para lograr su vuelta.

Posteriormente, casi hasta nuestro días, solíamos tener el placer de encontrarla en los actos peronistas, con el mismo entusiasmo y la misma lealtad de siempre.

jueves, 8 de noviembre de 2018

APODOS DE NUESTROS POLITICOS De 1810 a la actualidad


APODOS DE NUESTROS POLITICOS 
De 1810 a la actualidad

APODOS DE NUESTROS POLITICOS   De 1810 a la actualidad

Manuel Belgrano: "Cotorrita" Estar siempre vestido de verde, su color predilecto.

Mariano Moreno: "El mulato" El color de su tez.

Martín Miguel de Güemes: "El gangoso" Un inocultable defecto en el habla.

José Rondeau: "Mamita" El buen trato que dispensaba a sus subalternos.

Bernardino Rivadavia: "El sapo del diluvio" Su físico poco agraciado, similar a un batracio.
 
Facundo Quiroga: "El tigre de los llanos" Su destreza al mando de las tropas montoneras.

Juan Manuel de Rosas: "El restaurador" Su rigor para desbaratar el estado de anarquía.

Justo José de Urquiza: "El tigre de Montiel" Su destreza e influencia al mando de sus tropas.

Salvador María del Carril "Lingote" Las políticas económicas y cambiarias que aplicó.

Bartolomé Mitre: "Don Bartolo" El afecto que despertaba entre los porteños.

Marcos Paz: "Buche" Sus mejillas fláccidas, que se movían al hablar.

Domingo Faustino Sarmiento: "El loco" Su fuerte temperamento, tanto privado como público.

Nicolás Avellaneda: "Chingolo" El complejo que tenía por su baja estatura.

Julio Argentino Roca: "El zorro" Su probada astucia política y militar.

Miguel Juárez Celman: "El burrito cordobés" La ineficacia de su gestión presidencial.

Carlos Pellegrini: "El gringo" Ser hijo de inmigrantes franceses e ingleses.

Luis Sáenz Peña: "El pavo" La debilidad exhibida durante su breve presidencia.

José Evaristo Uriburu: "Lechuza" La combinación de ciertos rasgos faciales.

Manuel Quintana: "El maniquí" Su frase: "Es tiempo de ponerse los pantalones".

José Figueroa Alcorta "Jettatore" La escasa suerte que traía su presencia.

Roque Sáenz Peña "Protocolo" Su excesivo apego a las formas y cortesías.

Alfredo Palacios: "El mosquetero" Su estilizado bigote y la tendencia a batirse a duelo.

Victorino de la Plaza : "El chino" Su ascendencia diaguita, evidenciada en la forma de sus párpados.

Hipólito Yrigoyen; "El peludo" Su carácter taciturno, ajeno a la exposición pública.

Marcelino Ugarte: "El petiso orejudo" Sus picardías políticas lo asociaron al célebre criminal.

Marcelo T. de Alvear "El pelado" Su característica calvicie.

José Félix Uriburu "Von Pepe" La ferviente admiración que tenía por Alemania.

Lisandro de la Torre "Gato amarillo" Su pelo rubio, combinado con su mal carácter.

Roberto M. Ortiz "El gordo" Su cuerpo voluminoso.

Ramón Castillo "El viejito" Su avanzada edad, al momento de ser presidente.

Pedro Pablo Ramírez "Palito" Su extrema delgadez.

Edelmiro Farrell "El mono" La combinación de ciertos rasgos de su cara.

José Pascual Tamborini "El ciprés" Al decir del diario "La Fronda" era "alto, triste y no daba frutos".


Juan Domingo Perón "El pocho" La gorra de esa marca que empleaba en su tiempo libre.

Juan Hortensio Quijano "Jazmín" Una ironía ante su tosquedad.

Pedro Aramburu "El vasco" Los orígenes euskeras de su apellido.

Isaac Rojas "La hormiga negra" Su baja estatura, sumada al uso de grandes anteojos de sol.

Arturo Frondizi "El flaco" Su físico alto y esmirriado.

José María Guido "Barón de Río Negro" Su comentada afición a un vino de esa marca.

Arturo Illia "La tortuga" La supuesta lentitud de su gestión.

Juan Carlos Onganía "La morsa" El tamaño y forma de sus bigotes.

Alejandro Lanusse "El cano" El color blanco de su pelo.

Héctor Cámpora "El tío" Su supuesta hermandad política con Perón.

Raúl Lastiri "El yerno" Estar casado con Norma López Rega.

María Estela Martínez de Perón "Isabelita" Un homenaje a su madrina, fallecida.

Raúl Alfonsín "El gallego" Los orígenes galaicos de su apellido.

Carlos Menem "El turco" Los orígenes siriolibaneses de su apellido.

Fernando de la Rúa "Chupete" Su ingreso juvenil al mundo político.

Eduardo Duhalde "El cabezón" El supuesto tamaño excesivo de su perímetro craneal.

Néstor Kirchner "El pingüino" Su procedencia patagónica.


FUENTE: Mariano Buren "La Nueva Provincia"


sábado, 14 de mayo de 2016

PORQUE PERON ELIGIÓ A CAMPORA COMO PRESIDENTE, CONTADO POR TESTIGO Y PROTAGONISTA

PORQUE PERON ELIGIÓ A CAMPORA COMO PRESIDENTE, CONTADO POR TESTIGO Y PROTAGONISTA

PORQUE PERON ELIGIÓ A CAMPORA COMO PRESIDENTE, CONTADO POR TESTIGO Y PROTAGONISTA
En un reportaje que le hace a Emma Tacta de Romero el periodista Luis Alarcón del diario EL LIBERTADOR de Corrientes, esta responde como fue la elección de Perón del candidato a Presidente en 1973, de la que fue testigo presencial y protagonista su cónyuge, Julio Romero.


PORQUE PERON ELIGIÓ A CAMPORA COMO PRESIDENTE, CONTADO POR TESTIGO Y PROTAGONISTA
Entre las anécdotas políticas, sus experiencias junto a Juan Domingo Perón y Eva Duarte de Perón son las más significativas, las que convierten a Emma Tacta, viuda de Romero, en una historia viviente del peronismo. No sólo del peronismo correntino, sino también nacional.
No basta una sola entrevista para agotar el rico anecdotario que doña Emma guarda en sus alforjas. Esta conversación con EL LIBERTADOR, aunque limitada en sus alcances, se desarrolló del siguiente modo:
-Dice Juan Bautista Yofre en su libro La trama de Madrid que hubo dos figuras importantes en la designación de Héctor Cámpora como candidato presidencial del peronismo en 1972: Jorge Antonio y Julio Romero, su esposo. ¿Qué hay de cierto?
-Totalmente cierto. Jorge Antonio era un empresario muy amigo de Perón. Y por otra parte nuestro líder tenía una alta consideración por mi esposo, tanto en así que lo nombró su consejero y asesor.
-¿Y por qué Cámpora?
-Porque Perón les había comentado que si él no podía ser candidato (como efectivamente ocurrió en aquel momento), le gustaría que fuera un peronista que pudiera interpretar fielmente los principios del peronismo y llevarlos a la práctica, tal cual él mismo lo haría. Cámpora era la figura que en aquel momento reunía mejor que nadie esas condiciones.
-¿Julio Romero le aconsejó entonces a Perón el nombre de Cámpora como candidato a Presidente?
-Así es. Perón tenía mucho respeto por la opinión de don Julio. También a mí, como muestra de gran confianza me designó como apoderada nacional del justicialismo antes de ser yo justicialista.
-¿Usted estaba en ese momento?
-Claro. Una noche, por esas circunstancias de la vida, estábamos cenando en la residencia de Perón en Madrid y él nos comentó eso que le dije. Dijo algo así como "me gustaría que, si yo no puedo ser candidato, que sea un hombre que haya entendido a fondo el peronismo; que entienda que hay que gobernar para los humildes, los ricos, los discapacitados…todos".
-Entonces el General les pidió que le aconsejen a alguien…
-Le pidió un consejo a mi marido, incluso a mí, que estaba presente. Con esas condiciones y por su gran su humildad, el hombre que quería Perón en ese momento era indudablemente Cámpora.
-¿Recuerda quién más estaba en esa cena?
-Estaban Isabelita, el secretario José López Rega y alguien de la provincia de Santa Fe, cuyo nombre no recuerdo.

viernes, 10 de julio de 2009

EEl 11 de marzo de 1973 por Ernesto Jauretche

El 11 de marzo de 1973 será recordado en la historia como el día en que el pueblo peronista recuperó la democracia para todos los argentinos. Para nosotros, los militantes de esa época, fue el día en que las millones de manos que introdujeron en el sobre la boleta del FREJULI materializaron un sueño. Tan real como ese encuentro espontáneo en la esquina de Oro y Santa Fe donde "el tío" Cámpora aparecía pletórico a saludar a la multitud rodeado de jóvenes combatientes por la libertad en los balcones de la casona vieja sobre la marquesina de La Burdalesa. Vale la pena meditar hoy sobre los antecedentes de esa victoria popular.

Ese 11 de marzo el pueblo argentino pudo expresarse libremente, por primera vez desde que en 1955 el golpe apoyado por radicales, conservadores, comunistas y socialistas, la llamada Revolución Libertadora, había tronchado un sueño de libertad, de soberanía y de justicia. Durante esos 18 años habían ocurrido hechos oprobiosos: el Decreto 4161/55 firmado por Aramburu-Rojas-Alsogaray (que fue Ley en 1962 y conservó vigencia hasta después de Junio de 1963, cuando la Corte Suprema ratificó la constitucionalidad de esa norma que proscribía electoralmente al peronismo para despejar el camino del poder a Arturo Humberto Illia) es un ejemplo monstruoso de la iniquidad con que la llamada clase política de la época acompañó la brutalidad de los fusilamientos y el acoso de que fue víctima la mayoría electoral del país. Pero también sucedieron acontecimientos cuya lectura resuena en ecos aleccionadores para nuestro presente. Cuando fue desalojado del Estado, el pueblo se albergó en sus organizaciones sociales. Abolida la democracia política, la democracia popular se refugió en todo tipo de organizaciones libres del pueblo. Fábrica por fábrica se votó en la elección de Comisiones Internas, dando muestra de la vocación democrática y unidad de la clase trabajadora argentina. Florecieron el mutualismo, las cooperadoras escolares, hospitalarias y de trabajo y consumo, las asociaciones de ayuda social y de consumidores, la agremiación de profesionales, docentes y alumnos, las entidades educativas y culturales de base y hasta los clubes deportivos. En todas partes, donde se juntaban más de tres frustrados ciudadanos, se organizaban de manera solidaria para defender sus intereses. Y burlando la proscripción política, las organizaciones sociales prolongaron a pesar de todo el negado ritual de padrones, listas, urnas, cuarto oscuro, fiscales.Esos movimientos sociales -por más diverso que fuera su origen, sus objetivos y sus proyectos- poseían rasgos comunes, y similares a los que protagonizan la políticaargentina en nuestros días. Provenían del rechazo al fraude de una democracia irrepresentativa, que negaba la concurrencia u ofrecía opciones indeseables; participaban repudiándolas (como en el caso de los votos en blanco) o desnudando la farsa (como al elegir al obrero Andrés Framini gobernador de la provincia de Buenos Aires). Así, durante años, el movimiento social disputó palmo a palmo el monopolio de la representación política a los partidos.Aprovechando los márgenes de la legalidad, se constituían bajo formas organizativas de inspiración libertaria (en 1965 y 1966, en los Planes de Lucha de la CGT, llegaron a autogestionar miles de fábricas "tomadas"). Las decisiones se adoptaban en asambleas, en una práctica democrática de fuerte rasgo plesbiscitario. Y sus conducciones exponían el mandato a constantes pruebas revocatorias. La precariedad de sus recursos y la frecuente clandestinidad, las obligaba a asumir métodos de gestión sumamente eficaces y fluidos y a abominar toda burocracia. Por fin, la cercanía entre los asociados y el riesgo a que se exponían, imponían trasparencia y lealtad: la ética gobernaba las conductas individuales y asociativas. Aunque su actividad reivindicativa se orientaba hacia objetivos determinados sectorialmente, éstos representaban demandas concretas y cardinales para la vida de toda la sociedad (trabajo, vivienda, salud, educación, etcétera). Y las soluciones prácticas y sensatas que proponían las emparentaba en sus luchas con las de las otras organizaciones sociales comprometidas con un cambio de la situación social, económica y política imperante, excluyendo sin embargo toda voluntad de apropiación. Esa suma, que se manifestaba en una movilización constante de todos los sectores sociales en todo el territorio del país, desestabilizaba a las instituciones del régimen pero no lograba abrirle el acceso al poder político, dando origen a lo que algún sociólogo calificó como "empate hegemónico".El fundamento último de esa asociatividad pivoteaba sobre el eje que siempre caracteriza a las organizaciones del pueblo: la solidaridad. Por lo tanto, como hoy, sus fines disentían radicalmente con los proclamados por las doctrinas neoliberales. En ese marco general se inscribieron las múltiples tendencias ideológicas y políticas que enriquecieron el proceso de formación de conciencia del pueblo argentino en aquellos años de ilusiones: clasismo, izquierdas parlamentarias y revolucionarias, cristianos y clerecía progresista, organizaciones político-militares y sindicalismo combativo y revolucionario se nutrieron de esa experiencia de militancia social. Hacia 1973, la fortaleza formidable de ese movimiento popular, aportando cada una de las organizaciones sociales sus competencias y métodos, arrinconó al Partido Militar y a sus aliados políticos, aislándolo y combatiéndolo con huelgas, movilizaciones e insurrecciones. Obtuvo enormes victorias en el terreno de las reivindicaciones económicas y laborales, logró el retorno de Perón y, cuando arrancó la posibilidad de canalizar su energía renovadora a través del sistema representativo, rompió la proscripción de las mayorías y ganó las elecciones. En esa circunstancia, el gran movimiento social tuvo la sabiduría de adaptarse al orden constitucional, amparándose en las formas de diversos partidos políticos para legalizar su participación en la justa final por el poder. Los radicales juntaron adhesiones con Ricardo Balbín como postulante; el desarrollista Oscar Alende encabezó un acuerdo progresista; el grueso de las fuerzas conservadoras se alineó tras el "candidato joven", Ezequiel Martínez, caballo del comisario de Lanusse, y la izquierda paleolítica, como siempre, confluyó en una efímera coalición. El Movimiento Peronista, parcialidad predominante del movimiento social de la época, se constriñó hasta caber dentro del corset jurídico del Partido Justicialista y armó un vasto arco de alianzas: el Frente Justicialista de Liberación, que obtuvo más votos que todos los demás juntos. Pero esta victoria no escatimó esfuerzos ni arrugó frente a los riesgos. Innumerable cantidad de dirigentes sociales fogueados en casi dos décadas de luchas legales, semilegales y hasta clandestinas acudieron al llamado a una afiliación masiva a los partidos políticos. El activo de las organizaciones sociales blanqueó sus nombres y domicilios ante una justicia todavía servil al poder militar y padrones partidarios que fueron a dar a manos de traidores y corruptos. Había que ganar las "internas". Pero después tampoco fue fácil la convivencia entre los recién llegados -inexpertos y a menudo ingenuos en esas lides-, los desplazados por la irrupción de un activo dinámico y moderno y la vieja guardia cuyas fullerías partidocráticas venían a extirpar. Pero se aprendió también a convivir, defendiendo políticamente ideas y convicciones; a veces ganando y otras perdiendo, pero siempre disputando milímetro a milímetro cada espacio de poder. El conflicto social por la apropiación del excedente económico socialmente generado, había dado un salto en calidad: pasó de la fragmentación de las luchas reivindicativas, asaltó los Partidos Políticos y conquistó el Estado. Fueron las fuerzas veteranas que habían librado mil luchas sociales las que desde una renovada práctica política rompieron el cerco a que la partidocracia sometía a las jóvenes generaciones militantes y penetraron la democracia hegemonizada por los políticos del enjuague, el clientelismo y la exclusión. No está de más aclarar que semejantes esfuerzos de lo nuevo no alcanzaron para poner en retirada a las viejas fuerzas aliadas de la dependencia y el despotismo. Pero fue muy alto el nivel alcanzado históricamente por la libertad y el respeto a la soberanía popular. Se habían quebrado 18 años de proscripciones al movimiento mayoritario. Y la militancia había aprendido dos cosas: que en cada coyuntura histórica, apenas si somos eslabones de una larga cadena siempre inconclusa; y que la política es contingente y hay que saber avanzar concretando los sueños poco a poco. Paso a paso, porque "la victoria final" es una zoncera. Hoy, el proceso de reconquista de los espacios políticos por parte de un joven movimiento social está en marcha: avanza en la construcción de organizaciones económicas, sociales y culturales y mejora la calidad de su participación en el cambio de rumbo que Kirchner ha impuesto al estado. Concurre hacia una nueva democracia, donde el pueblo no sólo espera ser convocado cada cuatro años a votar, sino que cotidianamente cuestiona a sus dirigentes políticos, se mantiene activo frente a las amenazas del poder financiero y el capital concentrado y alerta ante el mensaje de los medios masivos de comunicación, y se organiza para expresar y defender sus intereses. Esa militancia rechaza con mayor énfasis cada día el mensaje nihilista con que el neoliberalismo alienta la indiferencia y la resignación. Es hora de que los contumaces dirigentes del sistema político decrépito comprendan que la defensa del viejo orden y sus privilegios contribuye también al éxito de la política de la antipolítica.
Ernesto Jauretche
Marzo 2005

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