jueves, 8 de septiembre de 2011

El juicio de Mata Hari

Mata Hari, la reina del espionaje durante la Primera Guerra Mundial, elevada a mito no porque fuera buena espía, que por lo visto no lo era, sino por su vida alegre y su glamour, fue apresada en Francia el 13 de febrero de 1917.

Excepto el dinero francés que recibía de ambos bandos y sus relaciones amorosas con algunos diplomáticos, aparentemente no había nada que pudiera tomarse como prueba de espionaje cuando la Central de Información francesa irrumpió en casa de Mata Hari en París. Ella vivía a lo grande, sin esconderse, en un hotel de los Campos Elíseos. Con grandes medidas de precaución fue trasladada a la prisión de Saint-Lazare.

En el interrogatorio del fiscal salieron a colación sus continuos viajes por Europa y ella respondió que viajaba para agradar a sus amantes. Enseguida se ganó la simpatía del auditorio. Luego se le preguntó por el dinero. ¿De dónde salían esas grandes cantidades que ella dilapidaba con tanta generosidad?

"¿Es que voy a ser culpable porque los hombres se enamoren de mí y me regalen dinero o porque se suiciden por mí?" decía.

Tal afirmación hubiera sido más convincente de tratarse de una mujer exuberante y en forma, pero en el caso de Mata Hari, ya en la cuarentena y con un cuerpo redondo y sin formas, no colaba. Sin embargo, las simpatías estaban de su parte: excitaba la imaginación.

Ejecución de Mata Hari
El segundo día del juicio se habló de la batalla de Vittel, acusando a la procesada de la muerte "no de decenas sino de centenares de hombres" como consecuencia de las informaciones extraídas al capitán ruso Masilov. En ese momento Mata Hari se vio desarmada y casi no intentó defenderse. La partida estaba perdida y como se trataba de un juicio sumarísimo la sentencia se pronunció de inmediato: fue condenada a la pena capital.

En el momento de su ejecución Mata Hari vestía un abrigo negro de terciopelo, con botones y cinturón y un sombrero de piel. Miró a los soldados del pelotón y en una última demostración de coraje dio la orden de fuego. Doce disparos surcaron el aire húmedo del otoño parisino y Mata Hari se desplomó. Un sargento sacó su arma y le disparó el tiro de gracia.


Fuente:
Diáspora Web

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